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Curso Plataformas Vibratorias WBV. Plataformas Vibratorias para combatir la osteoporosis








La osteoporosis es una enfermedad del sistema esquelético caracterizada por una baja masa ósea y deterioro del tejido óseo. La osteoporosis es un problema de salud pública significativo que conduce a un aumento de la fragilidad ósea y un mayor riesgo de fracturas de los huesos típicamente en la muñeca, la cadera y la columna vertebral. 


Sin medicamentos, sin contradicciones, ahora es posible combatir la osteoporosis cómodamente con vibración de cuerpo entero Whole Body Vibration WBV.

Una de cada tres mujeres y uno de cada doce hombres de más de 50 años padecen osteoporosis; esta enfermedad es la responsable de millones  de fracturas anuales, muchas de ellas en las vertebras lumbares. Las fracturas de las costillas son también muy comunes en los hombres. 

La terapia con vibraciones  de cuerpo entero WBV permite prevenir la descalcificación y es un método seguro y eficaz de tratamiento, ya que estimula los osteoblastos,  células del hueso sintetizadoras de la matriz ósea, involucradas en el desarrollo y el crecimiento de los huesos.



¡Adios a la osteoporosis! 


Son millones las mujeres y los hombres afectados por la osteoporosis en Europa. La osteoporosis  es una enfermedad en la que los huesos van perdiendo fuerza y resistencia por un defecto de absorción de  calcio, esto hace que se rompan y sean susceptibles de  fracturas y micro fracturas.  Las causas principales de la osteoporosis son la disminución de los niveles de estrógenos en las mujeres, en el período de la menopausia, y la disminución de testosterona en los hombres. 

En un estado  de fragilidad ósea y debilidad física, es complicado exigir a una persona que haga ejercicio físico. Es aquí dónde nuestra tecnología ofrece una buena alternativa al ejercicio convencional, ya que con el ejercicio vibratorio wbv la musculatura se endurece, el riego sanguíneo se activa y el tejido óseo se regenera. 

Estudios recientes demuestran que el uso de la tecnología de vibración de cuerpo entero incrementa los niveles de testosterona y de la hormona del crecimiento, esenciales para la regeneración del tejido óseo.



Efectos de las Plataformas Vibratorias  sobre la Masa Ósea


La normalidad de la arquitectura esquelética, el pico de masa ósea o la masa ósea en un momento concreto, no son sólo parámetros genéticamente determinados, sino que además son el reflejo de una historia de modelamiento y remodelamiento la cual se encuentra profundamente influida por la sobrecarga mecánica.


Es sabido que la masa ósea aumenta paulatinamente a través de los años desde la infancia a la madurez, hasta un momento álgido (aproximadamente sobre los 30 años) en el cual se detiene tal aumento. Una vez alcanzado su valor máximo, empieza a disminuir a partir de los 40.
Sin tener clara la pauta de disminución ósea, se puede decir que la pérdida media anual es del 0,5-1 %, siendo esta pérdida más acentuada en las mujeres, las cuales en la post-menopausia temprana pueden llegar a perder un 5-8 % al año.


Asimismo se sabe que el tejido óseo más afectado es el trabecular (Palacios et ál., 2001). Sobre el efecto benéfico de la actividad física sobre el tejido óseo se han postulado diversos mecanismos. Aloia y Cohn ofrecen tres posibles explicaciones: una influencia nerviosa directa, cambios vasculares y del flujo sanguíneo asociado al ejercicio y la tensión mecánica y muscular como resultado del esfuerzo para mantener el peso.


Parece que el tejido óseo se ve influido por los esfuerzos de compresión en su eje longitudinal, normalmente producido por efecto gravitatorio y por tensión muscular, pero también como resultado de fuerzas de impactos longitudinales que a su vez provocan vibración en el hueso como en el caso de la marcha y la carrera.


Las explicaciones ofrecidas por los estudios de vibración se centran más sobre los factores intrínsecos del propio hueso y su ambiente.


Una de ellas sugiere que la carga induce alteraciones de la presión Intermedular lo cual induce un flujo de líquido a través de los espacios extracelulares en las lagunas y canalículas, el cual aumenta al utilizar frecuencias más altas. El flujo causa un
“estrés de cizallamiento” sobre la membrana celular lo cual se sabe que estimula células en cultivo (Weinbaum et ál., 1994; Hsieh y Turner, 2001) . Además, también se ha sugerido la posibilidad de que los potenciales eléctricos generados por el estrés inducido por la carga mejoren el flujo extracelular y estimulen las células óseas (Hsieh y Turner, 2001).


Se han propuesto también diversos mecanismos para la conversión de fuerzas de líquido extracelular en respuestas celulares; tales mecanismos son mecanorreceptores de membrana, proteínas de adhesión locales, señales citoesqueléticas, y la curvatura de las fibras extracelulares.


Desde el punto de vista biológico las señales mecánicas osteogénicas que forman y previenen la pérdida de hueso pueden también influir sobre moléculas que participan en la formación y reabsorción ósea. Rubin y colaboradores (2001a) mostraron que hay una relación inversa entre la citoquina (osteoclastogénesis) y la tasa de formación ósea.


El auge del entrenamiento con vibraciones ha llevado también a examinar los distintos efectos de dicho método de entrenamiento, entre los cuales se encuentra también el efecto sobre la masa ósea. Los estudios más numerosos se deben a Rubin y la mayoría se han realizado con modelos animales.


Ya en su primer trabajo con McLeod (1994) se puso de manifiesto la sensibilidad del tejido óseo al estímulo vibratorio, su experimento observó que una vibración de baja amplitud y alta frecuencia puede mejorar de forma eficaz la formación de tejido trabecular. Los índices dinámicos de neoformación ósea (tasa de aposición mineral y superficie etiquetada) se estimularon de manera significativa (un 51 % tras 30 días de exposición) en la trabécula de la parte distal de la tibia.


Recientemente Rubin y colaboradores estudiaron los efectos de la vibración tras un periodo de 12 meses (5 veces a la semana, 20 minutos al día), sobre las porciones proximal y distal del fémur (2001a y 2002a) y sobre la tibia (2002b). Se aplicó una vibración vertical a 30Hz, con aceleración pico de 0,3 G y amplitud de 0,1mm. Tras el periodo de estimulación se observó que la densidad mineral ósea (medida a través de DXA) de la porción proximal del fémur era un 5,4 % mayor. En el trocánter menor se encontró un aumento del 34,2 % en la densidad ósea trabecular (Rubin et ál., 2001a y 2001c).


La histología del hueso sin descalcificar mostró un aumento en la densidad trabecular reflejado por un incremento del 32,2 % en el volumen de hueso trabecular, un 45 % de aumento en el número de malla trabecular, y un 36 % de reducción en el espacio de malla; lo cual indica mejora en la calidad del hueso trabecular.


Por su parte, los hallazgos en hueso trabecular de la porción distal del fémur, también estimulado, fueron un aumento del contenido mineral en un 10,6 %, y aumento del número trabecular en un 8,3 %, mientras que el espacio trabecular disminuyó un 11,3 %. El escáner de tomografía computarizada, mostró un aumento de rigidez (stiffness) y fuerza en el plano que soporta el peso.


El cambio alcanzó la significancia estadística a las 29 semanas (Rubin et ál., 2002a). Rubin evaluó también la capacidad de la vibración para neutralizar la osteoporosis inducida por la falta de actividad, se comprobó que el entrenamiento con vibración había neutralizado por completo los efectos negativos de la falta de actividad luego de 28 días y con sesiones de 10 minutos diarios durante 5 días semanales.


Por otra parte, Flieger y colaboradores demostraron que una vibración de 50Hz con una aceleración de 2 G, durante 30 minutos al día, 5 días a la semana y 12 semanas producía una prevención en la pérdida de la masa ósea.


Los dos últimos estudios realizados emplean periodos de tiempo bastante largos (6 y 12 meses) y utilizan como sujetos a mujeres posmenopáusicas. El estudio de 6 meses (Verschueren et ál., 2004) comparó los efectos producidos en tres grupos sometidos a condiciones diferentes como fueron VT, entrenamiento de fuerza y sin entrenamiento (grupo control). El protocolo de VT consistía en 3 sesiones a la semana de un máximo de 30 minutos (incluido calentamiento y vuelta a calma).


Cada sesión estaba separada de la precedente por un mínimo de un día. La amplitud máxima alcanzada fue de 2,5 mm, la frecuencia 35-40 Hz y la aceleración varió entre 2,28 y 5,09 G.


Tras los 6 meses de tratamiento observaron que mientras la densidad mineral ósea total y en la zona lumbar no había cambiado sí había aumentado en la zona de la cadera.




Osteoporosis - Datos y Estadísticas

El consultor de Obstetricia y Ginecología del Hospital Universitario de Cruces (Barakaldo, Vizcaya), José Luis Neyro, ha avisado de que la osteoporosis mata cuatro veces más mujeres que el cáncer de mama y ha asegurado que si no se actúa a tiempo se va a convertir, al igual que la obesidad, en una epidemia del siglo XXI. (fuente: Europa Press, octubre 2013)

 el 35 por ciento de las mujeres sufren la enfermedad a partir de los 50 años, un porcentaje que aumenta hasta el 52 por ciento en las mayores de 70 años. De hecho, se estima que en España entre el 12 por ciento y el 16 por ciento de todas las mujeres sufrirá una fractura de cadera secundaria derivada de la osteoporosis postmenopáusica.

 En resumen, una de cada tres mujeres mayores de 50 años sufre de osteoporosis, una enfermedad que se caracteriza por una disminución en la densidad y calidad de los huesos, lo que aumenta el riesgo de fracturas. Si bien suele manifestarse después de esa edad, la osteoporosis va gestándose desde la juventud, por falta de hábitos saludables ; entre ellos, un consumo de calcio que en las mujeres argentinas apenas llega a la tercera parte de lo recomendado.

El hueso es un tejido vivo que se halla en estado de regeneración constante. Contiene dos componentes importantes: colágeno, que le da flexibilidad; y minerales, entre ellos calcio y fosfato, que endurecen la estructura del colágeno.


Desde el nacimiento, los huesos crecen en forma constante hasta alcanzar el pico de masa ósea, alrededor de los 25 años. Luego comienza el período de “mantenimiento” del esqueleto, y va decreciendo paulatinamente la densidad de los huesos. Al llegar a la menopausia, debido a la disminución de estrógenos, las mujeres comienzan a perder más tejido óseo; es entonces cuando aumenta la prevalencia de la osteoporosis.


No suele haber síntomas hasta que se produce la primera fractura. Se calcula que esta enfermedad causa en el mundo una fractura cada tres segundos, incluyendo tres de vértebra por minuto. Los sitios afectados con mayor frecuencia son cadera, columna y muñecas. Las fracturas de cadera suelen requerir cirugía y derivar incluso en una pérdida de autonomía, mientras que las de vértebra pueden causar pérdida de altura, fuerte dolor de espalda y deformidad.


Especialistas de la Fundación Internacional para la Osteoporosis (IOF, su sigla en inglés) advirtieron que también las mujeres jóvenes pueden sufrir fracturas por descalcificación, en especial cuando están embarazadas o amamantando, y no se alimentan adecuadamente.


Sucede que el calcio cumple una función destacada en la prevención de esta enfermedad silenciosa, tanto durante el período de crecimiento como durante la etapa de mantenimiento. Los requerimientos van variando según la etapa biológica que se esté atravesando, aunque siempre debe estar presente para que los huesos estén fuertes.


La osteoporosis se previene en el consultorio de pediatría –destaca la nutricionista Silvia Seccia, del Instituto de Investigaciones Metabólicas (IDIM)–. La leche, el yogur o la chocolatada deberían formar parte de cada desayuno y merienda, en casa y en las escuelas. Si se puede tener buenos hábitos alimenticios desde la infancia, es más probable que perduren”.


Esos buenos hábitos incluyen la incorporación necesaria de vitamina D –imprescindible para fijar el calcio a los huesos–, y la actividad física. El calcio se encuentra principalmente en los lácteos (leche, queso, yogur enriquecido con calcio, que permiten cubrir del 60 al 70% del requerimiento diario); mientras que la forma más sencilla de obtener vitamina D es mediante una leve exposición al sol (cara, brazos y piernas) dos o tres veces por semana. Por eso, “para una vida saludable hay que enseñarles a los chicos a comer incorporando los lácteos, haciendo actividad física y exponiéndolos un rato al sol”, aconseja el profesor José Zanchetta, director científico de la IOF para América Latina.